Veníamos la fecha pasada de perder la ilusión de jugar el reducido para luchar por el tan deseado ascenso en la categoría.
Pero esa pérdida queda chica ante lo que los hinchas de Central Córdoba de Rosario sentimos que perdimos este domingo.
Perdimos la Historia y los records, perdimos ante un rival que hacía 26 años no se llevaba un triunfo del Gabino Sosa y hace 20 años que no juega un reducido para ascender.
Perdimos el respeto que nuestro estadio, nuestra camiseta y nuestro sólo nombre inspiraba en los equipos que nos visitaban.
Hoy duelen los ojos ver que equipos sumamente limitados tanto en lo futbolístico como en lo físico entren al reducto de Tablada a hacer pata ancha, a manejarnos la pelota a prepotearnos ganando todas las divididas. Duelen los ojos ver los antaños “once leones” como dice la canción que desde niños escuchábamos antes del partido y en el entretiempo del Gabino, dejarse llevar por delante desde lo futbolístico, lo físico y lo anímico.
En la formación que dispuso el técnico charrúa se podía suponer a priori que se volvía a dar un golpe de timón en relación a la fecha anterior y se intentaba un equipo ofensivo, pero en la práctica se vio a jugadores que parecían preguntarse con cual chip se encaraba este nuevo desafío, y es que no se puede cambiar de postura en cada partido, todo se vuelve confuso y enredado.
El primer tiempo fue de los peores que le ví a Central Córdoba en mucho tiempo, terminamos perdiendo uno a cero y con la sensación de haberla sacada barata, las limitaciones del adversario nos hicieron precio. En el segundo se mejoró un poco pero más porque el verde del oeste comenzó a jugar con la cabeza puesta en lo que pasaba en Burzaco, así todo parecía que aunque nos cedieran la pelota no sabíamos que hacer con ella y era un milagro hilvanar tres pases seguidos, terminamos perdiendo dos a cero y nos fuimos a los vestuarios como se van las sombras, lentamente y en silencio.
Si hacemos un balance desde la llegada del presente cuerpo técnico todo da negativo, desde lo numérico se jugaron 7 partidos, se ganaron 2, se empató 1 y se perdieron 4. Sobre 21 puntos posibles se obtuvieron 7. Pero lo peor no está en las frías cifras, los resultados pueden ser azarosos e incluso injustos, lo peor es que no se entiende a qué juega Central Córdoba, no existe una línea de juego que indique un proyecto de armado de equipo. No se puede cambiar tanto de un partido a otro y no me refiero a cambios tácticos, cambiar la posición de un jugador en cancha o cambiar algún apellido que no responde, sino a que no hay un esquema filosófico de juego. Salimos a manejar la pelota contra Victoriano Arenas y se jugó bien, más allá de un empate injusto, pero vamos a Burzaco y nos metemos todos atrás tan sólo para perder, entonces volvemos al esquema ofensivo contra Italiano y ganamos y entonces vamos a Berazategui a “cuidar” el resultado y perdemos y cerramos contra Ituzaingo perdiendo sin jugar ni a atacar ni a defender, Así no es posible.
Los sabios filósofos del Imperio Romano sostenían el concepto de Dilema como la situación que plantea dos salidas y ninguna garantía de que alguna de ellas de buenos resultados.
Hoy la dirigencia del CC enfrenta un Dilema ¿continuar con el proyecto “Vaquero” o intentar otro?
Por todas las redes sociales charrúas y medios de información ya circulan nombres de posibles reemplazantes del actual DT, yo, por respeto a su condición de trabajador no me voy a prender al carrusel de apellidos hasta que no defina su situación. Si se queda habrá que nuevamente darle el tiempo requerido para el armado del plantel y forma de juego. Si se va… bueno si se va… hablamos.
El Agrio - Pablo Adrián Strafaccio |