Desde hace mucho que la situación económica del país en general y de nuestra institución en particular no nos permite la incorporación de jugadores de buen presente. Tampoco contamos con apoyo de ningún gobierno o sindicato o lo que quiera Dios que fuese, cómo si cuentan otros clubes y por si fuera poco no nos aparece ningún mecenas, ningún “Tinelli” a inyectar algo de poderío económico.
Ante ese cuadro de situación los dirigentes en su afán de conseguir lo mejor dentro de lo que el magro presupuesto permite han caído reiteradamente (y no hablo de alguna dirigencia en especial, sino de casi todas en las últimas tres décadas) en el error de traer al club jugadores de “apellido” en el ocaso de su carrera, pagando más por lo que fueron que por lo que son y también han sabido apostar a directores técnicos que ya pasaron por la institución y que debieron irse al no terminar exitosamente su proyecto ante la suma de malos resultados, para colmo muchos de ellos trajeron “sus jugadores” que sólo han demostrado no estar a la altura que la camiseta charrúa y las aspiraciones de ascenso.
Así llevamos años desperdiciando el esfuerzo que se hace en las inferiores, cuando en realidad es dónde se debía apuntar. Se dejan ir jugadores que ya están formados en el club y con buenos rendimientos, como el caso de Sgotti, a otros muy identificados con la institución y que están jugando bien pero tienen alguna diferencia con el técnico del momento como Raymonda, a jugadores que los técnicos “duermen” en el banco de suplentes por motivos insólitos, como el caso de Ramiro Rocca que hoy es el goleador del futbol argentino pero el técnico que le tocó en suerte en su paso por el charrúa jugaba sin nueve de área y lo dejó ir en silencio, (andá a traerlo ahora y ese técnico es uno de los que “suenan” con más fuerza para volver a tomar las riendas del equipo) y por sobre todas las cosas a pibes del club a los cuales evidentemente les faltaba algo de “horno” pero ya eran más que una promesa como los casos de Esquivel, López, Alexis Martínez, Facundo Herrera por tan sólo nombrar algunos. Lo peor es que los dejados ir tan a la ligera fueron casi siempre reemplazados por otros más onerosos para nuestras míseras arcas y no demostraron ni por asomo ser mejores que los “idos” del plantel.
Pero empecemos por la cabeza, el DT.
Tampoco es sencillo encontrar un director técnico de jerarquía que acepte la oferta salarial que el club puede ofrecer. Por eso el CC debe dejar de dar vueltas por los mismos apellidos año a año para dirigir a la squadra azurra y buscar en sus filas a quien pueda ocupar ese cargo. Darle la oportunidad a una nueva camada de ex jugadores charrúas que están deseosos de comenzar su carrera de DT en el club, situación que tiene muchos aretes beneficiosos que analizar.
Central Córdoba debe buscar su “Gallardo” y no me refiero a la superlativa destreza para el cargo de DT que el Muñeco viene mostrando desde hace muchos años. Me refiero a alguien que haya mamado “el SER charrúa” que lleve el azul bajo la piel, que conozca hasta los azulejos de la cocina del CC, que conozca la divisional y que lleve en su corazón la Historia gloriosa del primer campeón internacional del interior del país, del equipo que jugó en primera, que le ganó a los grandes, que entienda el “paladar charrúa”, que sepa que las distintas generaciones de hinchas del Matador de Tablada llenaron sus ojos de futbol viendo a Gabino Sosa, Vicente de la Mata, Piris, Fatiga Ruso, Longo, Alomar, Mainonis, Forgués, Fachetti, Sullivan, Quinto Pagés, Ubeda, Gerlo, Cabrera, Leone, Carrario, Raymonda, Bezombe, Nuñez, en las infantiles a Messi y por sobre todo los que tuvimos la suerte inmensa de ver al Trinche Carlovich en su mejor momento.
Alguien que entienda que Central Córdoba se debe proveer de su propia cantera, que no desperdicie todo el esfuerzo económico que se ha hecho en las instalaciones de Villa Gobernador Gálvez para trabajar en inferiores.
Alguien que entienda que Central Córdoba no es “pum para arriba”, estemos en la divisional que estemos, el Charrúa es sinónimo de buen futbol, de toque, de rotación hasta de elegancia.
Alguien que sepa desde lo más profundo de su médula qué es lo que somos y queremos seguir siendo.
El Agrio - Pablo Adrián Strafaccio
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