La imagen que muestra dos chicas con pañuelos distintos abrazadas con el obelisco de fondo es un gran ideal por cual luchar. Siento que el debate sobre la ley de despenalización del aborto en Argentina despertó muchísimas divisiones y discusiones que, lejos de buscar un consenso general sobre el tema, sirvieron para sacar a relucir nuestra cultura de la "grieta". Estar de un lado o del otro, el fanatismo, vivir hasta las lagrimas cada momento. Celebro, festejo y admiro que los argentinos tengamos esta capacidad de marcarnos la piel para salir a la calle a gritar por lo que creemos que está bien. Tomar partido por una postura, una idea, ponerse la camiseta y militar hasta que se cumpla me parece una marca distintiva de nuestra sociedad, que no se queda callada ante la realidad y que marca nuestra historia.
Pero ante esta realidad, ¿Por qué se genera una lucha entre nosotros? ¿Por qué defender una u otra postura implica amedrentar los ideales ajenos? ¿Por qué vemos al que piensa distinto, o tiene un pañuelo de otro color como un enemigo al que hay que desacreditar? No quiero caer en el error de afirmar que todas las personas que defienden una u otra postura son así, pero me sorprendí mucho del nivel de violencia de ciertas situaciones, publicaciones y formas de referirse al otro que piensa distinto. Me parece que pensar distinto es lo mejor que nos puede pasar, y que la variedad de posturas e ideas es enriquecedora, siempre y cuando pongamos primero el RESPETO. Y no solo en las redes sociales; me entristece ver cómo hasta en la cámara de diputados existen estos tipos de violencia, fanatismo y esa arenga de una postura y violencia para con la otra, que dificultan el debate y el consenso.
Aliento a que podamos vivir en una sociedad en la que debatir no lleve a pelear, en la que enfrentar no sea agredir y podamos convivir sanamente aunque llevemos colores distintos.
Aliento a que nos podamos expresar libremente y en respeto, y que nuestros debates construyan en vez de separar, por más que las situaciones y perspectivas sean diametralmente opuestas.
Aliento a que el pañuelo no nos tape los ojos, y nos deje ver que el que está adelante y piensa distinto merece respeto. Aliento a que podamos escucharnos, entendernos y respetarnos sin poner en el medio peleas o prejuicios.
Aliento a que no tengamos una Plaza del Congreso divida y enfrentada, y que podamos ver que todos queremos lo mejor para el país, desde nuestro lugar.
Quiero ver esta foto y pensar que no es una utopía o una hipocresía, sino algo que podemos construir entre todos. |