Los equipos de Pastoral Social y de Ecología Integral de la arquidiócesis de Mendoza ratificaron su compromiso con el cuidado del agua tras la decisión de las autoridades de modificar la ley 7722 para favorecer la explotación minera y repudiaron la represión contra muchos de los mendocinos que se movilizaron porque sueñan con una provincia “limpia para sus hijos”.
En un comunicado con el título “No nos lo contaron, estuvimos ahí”, destacaron el apoyo del arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, y criticaron la decisión del gobierno provincial de llevar adelante la modificación de la ley “confundiendo acuerdo político con consenso social”.
“No nos contaron que hubo represión; estuvimos ahí. Nos encerraron, nos dispararon y corrimos. No nos contaron que hubieron violentos, lamentablemente los vimos. Pero damos fe de que eran una minoría y que la mayoría coreaba sin cesar: sin violencia, sin violencia. Estuvimos ahí para ser testigos de los momentos en que muchos manifestantes disuadían a los que canalizaban su bronca y desilusión con violencia”, sostuvieron.
“No nos contaron que en Mendoza se ha quebrado la confianza institucional. Tristemente estuvimos ahí para corroborarlo, para ser testigos de una forma de hacer política que vacía la democracia republicana de sus bases al perder el contacto con las aspiraciones de un pueblo y transformarse en ejecutores serviles de los que pagan campañas a precio de muerte. Estuvimos ahí para ver que la licencia social se pretende conseguir al costo de un pueblo acallado con balines y gases, con corridas y represión”, aseveraron.
Texto del comunicado
No nos contaron cómo se gestó la 7722. Desde el inicio de la discusión acerca de cómo llevar adelante en Mendoza una explotación minera sustentable y con cuidado del agua, estuvimos ahí.
En las asambleas de Uspallata, en San Carlos, en los debates de los inicios. Apenas supimos que algunos buscaban cambiar la 7722 con grave riesgo para el cuidado del agua, no nos contaron que había que decir algo, lo dijimos. Primero como Equipo de Pastoral Social, luego los obispos a una con el consejo presbiteral.
Cuando la decisión del nuevo gobierno fue llevar adelante la modificación de la ley confundiendo acuerdo político con consenso social, no nos contaron que se hizo con una legislatura vallada y en una sesión exprés meramente formal; estuvimos ahí, presentes en la palabra de nuestro arzobispo que dirigió una carta a los legisladores y en medio de los vecinos que pedían cuidar el agua.
Cuando se armó la marcha que desde el domingo empezó a peregrinar desde San Carlos hacia la ciudad de Mendoza, no nos la contaron, estuvimos ahí. Porque algunos de los nuestros fueron sus organizadores de la primera hora, porque muchos curas apoyaron, animaron y acompañaron, porque muchos feligreses de a pie de sumaron y patearon la ruta 40. Porque hasta el arzobispo se hizo presente a la altura de Agrelo para bendecir a los que marchaban.
Al llegar a la ciudad no nos contaron que la caravana era un grito de esperanza con muchas personas que se sumaban desde distintos puntos del gran Mendoza, estuvimos ahí, católicos y católicas de Mendoza como miembros responsables de la comunidad junto a miles de mendocinos de otros credos e ideologías que se manifestaron pacíficamente por el agua. Estuvo presente la voz oficial de la Iglesia en Mendoza cuando en las palabras de nuestro pastor le pedía al gobernador no promulgar la ley modificada.
No nos contaron que hubo represión; estuvimos ahí. Nos encerraron, nos dispararon y corrimos. No nos contaron que hubieron violentos, lamentablemente los vimos. Pero damos fe de que eran una minoría y que la mayoría coreaba sin cesar: sin violencia, sin violencia. Estuvimos ahí para ser testigos de los momentos en que muchos manifestantes disuadían a los que canalizaban su bronca y desilusión con violencia.
No nos contaron que en Mendoza se ha quebrado la confianza institucional. Tristemente estuvimos ahí para corroborarlo, para ser testigos de una forma de hacer política que vacía la democracia republicana de sus bases al perder el contacto con las aspiraciones de un pueblo y transformarse en ejecutores serviles de los que pagan campañas a precio de muerte. Estuvimos ahí para ver que la licencia social se pretende conseguir al costo de un pueblo acallado con balines y gases, con corridas y represión.
No nos lo contaron, porque estuvimos ahí y lo contamos porque los medios masivos de comunicación no lo cuentan.
No nos contaron la tristeza y la desilusión de los miles que caminaron soñando una Mendoza limpia para sus hijos, la vivimos en carne propia porque estuvimos ahí: caminando, soñando, cantando y aplaudiendo primero; pero también corriendo, gritando y escapando de la estupidez de la violencia y la prepotencia, después.
En este tiempo de Navidad seguiremos peregrinando en dirección al pesebre, donde el Niño Dios se mete en nuestra historia para ayudarnos a hacer acogedora la tierra que vivimos siendo custodios de la casa común. Esa esperanza activa no se disuelve con retenes ni balines y nos mantiene siempre atentos a los signos de Dios en la historia.+ |