La transformación
Un matrimonio común como cualquier otro llegaba a la provincia de Mendoza.
Él, era un hacendado de una renombrada hacienda de San Juan. Al conseguir su esposa trabajó de tiempo completo, como catadora de vinos en aquella provincia, y de hacerse cargo de toda la contabilidad del lugar.
Se mudaron a una pequeña comarca de la zona. compraron un vivero, el hotel de cinco estrellas y una casa de cultura privada en donde se realizaban eventos particulares y exposiciones de grandes pinturas y esculturas, presentaciones de libros de destacados escritores.
En su provincia natal dejaron líderes de confianza para continuar con el trabajo de su vida. Él, cada tanto viajaba para ver como andaban los negocios por allá. El matrimonio se lo veía muy normal en apariencia, aunque a puertas cerradas las cosas eran muy distintas. Las disputas y contradicciones entre ellos crecía, la política de sus ideales cambiaron, como para pedir que entre ellos se firmen papeles de bienes adquiridos dentro del matrimonio. Todo lo que tenían ante de esa relación no lo podían tocar, si llegaban a divorciarse.
Ella bebía de exquisitos vinos, algunos dulces y otros más amargos; cada uno de ellos tenían su toque de distinción y añejamiento.
Por aquel entonces, su esposo comenzó a actuar diferente. A no acordarse de las cosas muy importantes y dormía mucho más. De día desaparecía y de noche reaparecía como si nada hubiera estado pasando.
La luz empezaba a molestarle, se encerraba solo con una pequeña, suave y tenue que despedían velas. Ella no quería reconocer que su marido, algo tenía, que una enfermedad lo acechaba y tal vez muy terrible. El alcohol a ella también la estaba matando y de a poco dejaba de ser, ella misma. Una noche de luna llena, la que envolvió toda la residencia, pareció estar dentro de una burbuja.
Allí estaba Etelvina bebiendo un dulce vino mirando un punto fijo a la distancia de aquella casa, tan lejos como si quisiera traspasar el horizonte.
En eso que estaba distraída con su conciencia, él apareció y en su extrañeza viendo como latía el corazón de su esposa, el calor de su interior resaltaban el color de sus mejillas, sonrojandolas. Él sutilmente se abalanzó hacia ella que estaba ebria de ira y resentimientos al borde de la separación. Aunque realmente sentía que ya no la deseaba como antes. Entre abrazos y rechazos, sin recuerdos amenazo su existencia, sin que ella lo supiera o lo sospechara de algún modo. Bebieron una copa de vino y otra, y otra hasta que él entró en un ataque de lujuria y pasión desenfrenada...La mordió besándole el cuello perfumado y de una blanca piel. Viendo sus ojos abrirse y cerrarse repentinamente, su cuerpo vibraba en compulsivos retorcijones y allí, en un asalto, lentamente le estaba quitando la vida. Le estaba robando su existencia, le sirvió otra copa nuevamente en ese sublime cristal lleno de vino burbujeante. Y en sus labios se desangraba la esencia de las uvas mientras que se extinguía la vida. Al finalizar de beber esa posión mágica, casi infernal, justo a media noche moría, para revivir transformada para siempre.
Por Graciela Enríquez
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