Con frecuencia escuchamos la expresión “creo en Dios pero no en los curas”, o bien, “por què tengo que confesar mis pecados con un hombre tan pecador que yo”; incluso estas afirmaciones solemos oírlas de los mismos labios de cristianos. Entonces nos preguntamos; ¿Es esto coherente, está bien, tendrán razón, que los lleva a estas conclusiones? En este contexto, podemos mencionar un tema de actualidad que nos invita a reflexionar con profundidad sobre estas cuestiones. El pasado miércoles 5 de octubre, el sacerdote de la Arquidiócesis de Tucumán, Juan Viroche, fue encontrado ahorcado en el interior de la iglesia Nuestra Señora del Valle, de la Localidad tucumana de Ingenio, La Florida.
La polémica se ha despertado con una infinidad de teorías; algunos opinan que fue un mártir que por no callar sus clamores de justicia, lo pagó con su vida; otros dicen que se suicidó, otros que lo mataron y algunos instalan otras posibilidades. En fin, es todo muy prematuro, debe ser la descreída justicia quién determine lo sucedido, aunque no podemos ocultar que pese a lo que diga, siempre habrá dudas sobre sus conclusiones. Es que los valores sociales se han distorsionado tanto.
El Estado pareciera no estar presente, y las consecuencias son estas dolorosas situaciones. Volviendo al dilema; ¿En qué debemos creer los fieles cristianos?, es oportuno recordar que cuando estas dudas se presentan, hay que tener presente que la fe en la Iglesia es inseparable de la fe en Cristo. Si afirmamos que Jesucristo es Dios hecho hombre, y lo fue para nuestra redención, con ello afirmamos que su obra de salvación continúa en la Iglesia fundada sobre los apóstoles, testigos de su vida y su resurrección. Los sacerdotes (curas) son ministros sagrados de la Iglesia que el propio Cristo fundó, y quienes confunden el término Iglesia con el término sacerdotes, -cuando estos son solo una pequeña parte de los fieles cristianos que conforman la Iglesia (el Pueblo de Dios)- deben saber que son un instrumento para que Dios actúe y no debemos mirarlos como personas, varones del mundo, porque claro, allí se genera el natural error, porque como todos nosotros también son pecadores. Al margen de esto, la coherencia de su acción es lo importante, como la de este cura, que murió elevando la voz contra uno de los flagelos que arruinan al ser humano. Debe salir la verdad a la luz y los cristianos deben seguir luchando por sus ideales, para vivir en una sociedad más justa y respetuosa hacia el otro. |