A la espera de un nuevo disco, la banda tocó, ante casi dos mil personas, el punkrock que tanto les gusta a sus seguidores. Antes, en el escenario estuvo Roma y Bulldog.
El reloj marcaba las 19 hs del sábado 13 de agosto. La tarjeta de entrada indicaba, además, que ese era el horario para estar en la puerta de Groove, lugar en el que esa noche volvería a presentarse Attaque 77 junto a Roma y a Bulldog. Previamente, el trío había tocado en Puerto Rock (Bariloche), algunos países de Latinoamérica, el interior del país y en la Trastienda, hacía dos meses.
Decenas de fanas formaban la fila para ingresar mientras que otros, en mayor medida, intentaban conseguir un boleto. Gustavo era uno de ellos pero no quería pagar casi $ 400 porque le parecía “mucha diferencia con respecto a la entrada anticipada”. Minutos después conseguiría entradas por el valor de $ 150 aunque dudaba de su “validez” ya que no confiaba en el plastificado. Sin embargo, reconoció que les adquirió debido a su escaso valor. Mientras otros fanas compraban las latitas de cervezas que se vendían en la puerta o traían fernet preparado a la espera del ingreso.
Minutos después, las puertas abrieron y los fieles entraron al recinto. Demás, por las redes sociales se anunció que se recibirían juguetes y golosinas para entregar en el día del niño.
A la espera de la aparición de Roma, las personas podían comprar merchandasing de las bandas y bebidas dentro del lugar. Otros ya iban ocupando lugares y colgando trapos en diferentes sectores del primer piso. Con todo preparado el lugar se fue llenando poco a poco mientras tocaban Roma, primero, y luego, Bulldog en el correr de dos horas. Finalizada esta última, sus fieles comenzaron a, al menos retroceder. Como si fuera un partido de fútbol, se adelantaban los fanas de Attaque y retrocedían (algunos se retiraban) los seguidores del cuarteto rosarino.
En la previa ya se podía escuchar el característico “Pan y vino, pan y vino, el que no es hincha de Attaque para qué carajo vino”. Otros debatían con qué canción abriría el espectáculo. A las 21:54, el trío comandado por Mariano Martínez (voz y guitarra), Luciano Scaglione (bajo) y Leonardo De Cecco (batería) tomó posiciones para iniciar un nuevo show. Con una intro de guitarra, el primer tema que cantaron fue El cielo puede esperar, canción que da nombre a su segundo disco en estudio y por el que en agosto de 2015 celebraron los 25 años del mismo por ser el que los lanzó a la fama con el hit Hacelo por mí. Luego siguió Más de un millón, canción que también forma parte de ese disco. Finalizada la misma, Mariano tomó el micrófono para saludar a los presentes y para “homenajear a Favaloro a 16 años de su muerte” con Western. Antes y después de dicha canción se pudo escuchar un aplauso unánime de los fanáticos. Posteriormente, el cantante presentó a Lucho para que cantara Antihumano y San Fermín, canción en contra de la corrida y matanza de Toros durante esa “celebración”.
El recital repasaría el repertorio de la banda con una seguidilla de canciones con tinte político y social como América, Ángeles caídos, Pagar o morir, Días de desempleo, Setentistas (nuevamente, Mariano homenajeó “a los trabajadores”), Chicos y perros, Brigada Antidisturbios (también conocida por BAD), Todo está al revés y A cielo abierto, un corte del próximo disco de Attaque. “Las palabras y discursos nada pudieron cambiar el tiempo perdido ya no vuelve más…”; “Gente de poder, ambición y mentira pisan, trepan por llegar más arriba. No hay lugar que no hayan contaminado por seguir con sus delitos privados…”; “La clase proletaria quiere mejores sueldos. Los sindicatos dicen que tenemos que esperar. Pero vos y yo sabemos que todo sigue igual”… estrofas que, lo que expresaron los músicos en los noventa y en la década pasada, siguen muy vigente en la actualidad.
El tramo final del recital lo dejaron para tres clásicos: Edda (Caminando por el microcentro), Espadas y serpientes y el himno Dónde las águilas se atreven, para ese instante, Martínez cedió la guitarra a Julián, uno de sus asistentes, y apuntó el micrófono hacia los fanas para que empezaran a entablar las estrofas de dicho himno. Con el “Podrán pasar los años”, cada seguidor comenzó a dejar su último aliento mientras los músicos acompañaban tocando sus instrumentos. De esta manera, el cantante tomó la posta en la última canción. Al final, agradeció a los presentes “por las muestras de cariño” y a los grupos Roma y Bulldog “por compartir el escenario”. Tras casi una hora y media, concluyó un nuevo show de la banda, a la espera del duodécimo trabajo en estudio y el primero desde el 2009. En muestras de agradecimiento, los fanáticos abandonaron el lugar cantando “Yo soy de Attaque, es un sentimiento, no puedo pararrrr…”, hasta el próximo encuentro.
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