Pleno verano del año 1989 y la mañana bulliciosa de enero parecía que golpeaba con el rigor canicular del momento, otro día caluroso de vacaciones empezaba a armar un bolso de piletas , sándwich y amigos.
El televisor nos trajo la mala nueva y la voz de mi madre en un alto a lo cotidiano sonó con fuerza, _ otra vez éstos_ dijo , en seguida las imágenes que provenían de un lugar poco conocido, La Tablada.
El noticiero daba información confusa y el clima era de tristeza y los sándwiches sabían su rancio destino.
Aquel 23 de enero de 1989 se produjo el copamiento al cuartel Tablada por parte de guerrilleros encumbrados en el MTP ( movimiento todos por la patria), comandados por Gorriaran Merlo y otros subversivos que recobraron la libertad con la vuelta de la democracia en 1983.
El regimiento 3 de infantería de Tablada era atacado por subversivos nicaragüenses y argentinos. La particular historia de Eduardo Navascues, un soldado "colimba" chofer de ambulancia, es la cruda verdad de aquel ataque. Eduardo fue tomado rehén en medio del tiroteo, desarmado y sin intención de acción, fue utilizado como escudo humano por los guerrilleros, él junto al soldado Cardozo(fallecido) eran torturados y golpeados sistemáticamente por los atacantes, queriéndoles sacar alguna información , en un momento a Eduardo lo apoyan en el piso como "parapeto" de ametralladora y comienza el fuego cruzado.
La historia puede ser contada porque Dios estuvo a su lado, Eduardo sobrevivió a las heridas estuvo en el hospital largo tiempo mientras que en su casa materna de Banfield las amenazas no cesaban, esas amenazas cumplirían efecto cuando al enterarse que Eduardo debía declarar en la causa al gritar su nombre recibe 2 disparos por la espalda, uno de ellos llega a dañarlo pero de ninguna manera silenció su relato.
Eduardo Navascues jamás tuvo contención psicológica ni ayuda alguna, se exilió en España y sólo se limitó a temer volver a aquel infierno con sus captores , aquellos los, otra vez éstos de los que mi madre hablaba y que con pensiones extraordinarias ríen con cinismo. |
