Nació en Buenos Aires en el barrio de Boedo y murió, en esa ciudad, el mismo día que nuestro querido cantor Roberto Goyeneche.
Fue casi de todo, pero principalmente y durante varios años, un símbolo de Buenos Aires. El teatro, el cine y la televisión le fueron igualmente propicios.
Se formó como actriz, a la edad de 6 años, en los elencos del Teatro Infantil Labardén. A los 8 años ingresó en la Compañía de Obras para Niños dirigida por Concepción del Valle, luego continuó estudiando danzas clásicas con la aspiración de convertirse en una gran bailarina. Posteriormente dicha maestra fue convocada para dirigir el cuerpo de baile del Teatro Casino y con ella debutó como corista en 1941.
En 1948 trabajó en el Teatro Maipo junto a los actores cómicos Adolfo Stray y Mario Fortuna.
En la escena acompañó a Tato Bores y a Olga Zubarry en la obra Madame Trece. Cantó con la orquesta de Francisco Canaro y a los 24 años fue pareja del galán Carlos Thompson en la película Los pulpos, del director Carlos Hugo Christensen (1948).
De ahí en más comenzó una carrera vertiginosa cosechando grandes éxitos y acompañando a figuras de gran prestigio. Ya como primera bailarina y vedette, fue convocada por Carlos Petit para actuar junto a Marcos Caplán y Pepe Arias entre otros grandes de la escena nacional. Durante los años 50 bailó junto a Tito Lusiardo.
Otros de los filmes en que sobrevive su figura rubia y carismática son La vendedora de fantasías, de Daniel Tinayre (1950), El túnel, de León Klimovsky (1952) y La casa grande, de Leo Fleider, aunque ninguno resultó tan resonante como Rolando Rivas, taxista, junto a Claudio García Satur que hacía el papel protagónico.
Fue importante su carrera televisiva en importantes programas: Tropicana Club, La Revista de Dringue, junto al recordado Dringue Farías; programa en el cual el productor Jorge Valliant le propuso cantar tangos, lo cual comenzó a realizar a partir de ese momento.
Fue llamada El Gorrión de Buenos Aires —en alusión a Edith Piaf— y bailó la milonga de Mariano Mores “Taquito militar” ante varios presidentes de la República.
Grabó alrededor de treinta temas entre los que destacamos “Me bautizaron milonga” acompañada por orquesta, “El firulete” con el Trío Yumba y “Ventarrón” con la Orquesta Color Tango.
Beba Bidart estuvo unida durante más de 12 años con el animador de espectáculos Jorge Fontana. Tras la separación, adoptó un niño a quien dio su apellido y llamó Paulo.
La presentación de su candidatura a la Academia Porteña del Lunfardo, firmada por Sebastián Piana y José Gobello, señala el propósito de dar a la institución el aire de una suerte de senado de Buenos Aires, donde estuvieran representadas todas las actividades culturales. Con unanimidad, el 2 de noviembre de 1991, fue aceptada la propuesta y se enriqueció la Academia con la presencia y la simpatía de quien era una de las personalidades más populares y queridas de la ciudad.
Ocupó el sillón Juan Francisco Palermo dejado vacante por doña Nyda Cuniberti, y lo honró con su modestia y su inefable don de gentes hasta la tarde de su muerte, que la sorprendió cuando reposaba de las tareas desempeñadas ese mismo día en su local de baile: Taconeando.
«Era un pedazo de Buenos Aires y quizás se debió a eso su decisión de volver, hecha cenizas, a formar parte de las calles de la ciudad», dijo al recordarla, en el curso de una sesión académica, con motivo del primer aniversario de su muerte, el académico de número Eduardo Rubén Bernal. Y agregó: «No olvidaré nunca la última vez que la vi bailar. Fue en esta sala, en que acompañada por Alberto Mosquera Montaña, y Beba Pugliese al piano, nos regaló la poesía de un tango, porque era el baile su manera de escribir».
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