24-03-2018
 

Soy la Legislación Canónica y así me presento



 



El lugar que me toca ocupar es muy curioso. Siendo contemplada como derecho vigente por el ordenamiento estatal argentino, pocos abogados me conocen, y menos aún me aplican. En los tribunales se me considera un bicho raro. En las Facultades de Derecho, salvo forzosa excepción, no tengo ninguna mención en el plano curricular.

En la “sociedad jurídica actual” me abro camino como puedo. No ocupo titulares de primera plana en periódicos ni en programas de televisión o radio. Ni en sitios de la web. En medios jurídicos me relegan a un segundo -por no decir, tercer- lugar. Aunque no sea así, pareciera que he hecho todo lo posible para ser ignorada, desconocida.

Se cree que nací en, y para, un ámbito reducido y exclusivo, cuando nací, y vivo, para llegar a un ámbito sin fronteras.
Es muy curiosa mi situación… muy curiosa. Será por eso que disfruto tanto cuando hablan bien de mí. Y no me refiero a que me alaben, sino a cuándo dicen con propiedad aquello que en verdad soy.

Algunos piensan que me conocen porque me nombran; pero, en realidad, no tienen la menor idea de quién soy… de quién soy en verdad. Y algunos que hablan con propiedad de mí, pretenden acapararme y encerrarme. Yo nací para volar, no para estar encerrada.

Deseo ser feliz llegando a todos. Deseo ser conocida y aplicada no solamente en ámbitos eclesiásticos. Deseo ser conocida y aplicada en forma correcta por jueces y abogados de la República Argentina. Deseo que al pronunciarse mi nombre no se produzca asombro ni sorpresa. Deseo ser lo que jurídicamente soy, aunque muchos no lo sepan o pretendan ignorarlo.

Para aquellos que me quieren les pido que hablen con corrección de mí, que me lleven a la mayor cantidad de lugares posibles. No tengan vergüenza ni temor.
En la vida no se da importancia a aquello que se tiene; y cuando se pierde, se llora. Yo no quiero que lloren si llegara a perder mi observancia jurídica en el ámbito civil argentino, ya no tendría sentido. Defender, y luchar, por mi observancia y aplicación en el ámbito civil demanda un esfuerzo cotidiano al cual no debe renunciarse. O no debería renunciarse, mejor dicho.

Estoy viva y abierta a todos, no me olviden ni me dejen sola. No me dejen cautiva entre cuatro paredes. No quiero ser sola de unos pocos.
Aquí estoy, los espero. Necesito que los canonistas impulsen mi vuelo. Necesito ser vista como en realidad soy.
La salvación de las almas debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia, y ello jamás debe olvidarse ni relegarse. Por eso, necesito de todos ustedes, operadores del derecho. Necesito, sin duda alguna, de mis amados canonistas.

Dr. Jorge Antonio DI NICCO

 

 

 




Autor: Redaccion de TodosUnoTV
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