El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, leyó hoy un declaración de la Santa Sede en referencia a la situación del cardenal George Pell, declarado culpable de abusos por un tribunal de Australia.
“La Santa Sede se suma a lo declarado por el presidente de la Conferencia Episcopal Australiana en el tener en cuenta la sentencia de condena en primer grado a cargo del cardenal George Pell.
“Una noticia dolorosa que, lo sabemos bien, ha escandalizado a muchísimas personas, no solo en Australia. Como ya fue afirmado en otras ocasiones, reiteramos el máximo respeto por las autoridades judiciales australianas.
A nombre de este respeto, esperamos ahora el resultado del recurso de apelación, recordando que el cardenal Pell ha repetido su inocencia y tiene el derecho a defenderse hasta la última instancia.
En espera del juicio definitivo, nos unimos a los obispos australianos en la oración por todas las víctimas de abusos, recalcando nuestro compromiso en hacer todo lo posible para que la Iglesia sea una casa segura para todos, especialmente para los niños y los más vulnerables.
Para garantizar el curso de la justicia el Santo Padre ha confirmado las medidas de vigilancia ya dispuestas en lo referente al Cardenal George Pell por el Ordinario del lugar luego del regreso del Cardenal Pell a Australia. O sea que, en espera de la determinación definitiva de los hechos, al Cardenal Pell sea prohibido con carácter preventivo el ejercicio público del ministerio y, como es norma, el contacto de cualquier manera y forma con menores de edad”, concluye el comunicado.
El caso del Card. Pell
La prensa internacional informó en la mañana de hoy de que en diciembre de 2018 el Tribunal de Melbourne declaró culpable del cardenal Pell por abuso sexual contra menores en 1996 cuando era arzobispo de Melbourne.
Aunque la sentencia fue emitida a fines del año pasado, la prensa recién pudo publicarla debido a que desde junio de 2018 existía una prohibición judicial de que se informase en Australia sobre el primer juicio, para evitar que se influyese sobre el segundo.
Además del juicio por los supuestos abusos de 1996, el purpurado también es acusado por este delito de cuando era sacerdote en Ballarat en la década de 1970. Este segundo juicio fue recientemente descartado por los procuradores.
Apenas fue emitida la sentencia, el cardenal Pell presentó una apelación y se espera que la decisión judicial definitiva se dé en los próximos días.
Los obispos australianos emitieron un comunicado que expresa que la sentencia condenatoria “ha causado un fuerte impacto en muchas personas en Australia y en el mundo, incluida la Conferencia Episcopal Australiana”.
“Los obispos estamos de acuerdo en que todas las personas son iguales ante la ley, y respetamos el sistema legal australiano”, indicaron. “El mismo sistema legal que ha deliberado el veredicto ofrece al cardenal la opción legal de recurrir. Nuestra esperanza, siempre, es que por medio de este proceso se haga justicia”, añadieron los obispos.
Mientras tanto, “rezamos por aquellos que han sido abusados y por sus seres queridos, y nos comprometemos nuevamente a hacer todo lo posible para garantizar que la Iglesia sea un lugar seguro para todos, especialmente para los menores y los vulnerables”.
Creado cardenal en 2003, George Pell entró en 2013 en el Consejo de Cardenales, conocido como C9, que asesora al pontífice en la reforma de la Curia; y fue nombrado prefecto del Dicasterio que se encarga de las finanzas de la Iglesia en 2014.
En 2014 la comisión que investiga los casos de abusos en Australia lo llamó para declarar sobre presuntos encubrimientos a sacerdotes abusadores en la década de los 70. La acusación se formalizó en diciembre de 2015, aunque él negó conocer ninguna denuncia.
En octubre de 2016 fue acusado de abusos en Melbourne. La acusación se formalizó en 2017 y en julio de ese año el cardenal Pell dejó sus responsabilidades en la Curia romana para regresar a Australia y defenderse personalmente de las acusaciones.
El purpurado siempre ha defendido su inocencia y ha denunciado ser víctima de un ataque contra su persona. |