El concepto filosófico del Eterno Retorno expresa que todo vuelve al punto de partida, una y otra vez. Terminado el partido en el Norman Lee sentí que Central Córdoba vuelve a estar hoy en el mismo punto de inicio que al término del partido con El Porvenir.
Es que el otrora difícil equipo de Berazategui mostró una imagen muy pálida, muy desteñida, no por nada esta es su tercera derrota al hilo en el torneo y además lleva también tres derrotas seguidas en su propio estadio y ante eso el equipo charrúa no mostró mejoras sustanciales en su juego en relación a su último partido y primero de la nova era Vaquero contra el funebrero.
Se volvió a jugar con tres números 5 en el medio campo, otra vez sin nueve de área y se reiteró el error de volcar a Sgotti como marcador de punta izquierdo.
Nuevamente se apeló a una formación inicial sin juego en el medio campo, volvimos a ser un equipo partido con una línea de cuatro con muy poca proyección, delante de la misma y bien pegadita a ella una línea de tres números 5 y tres de punta abastecidos únicamente por pelotazos largos ya que no había ningún nexo entre los 8 de abajo y los tres de arriba.
Y así el muy humilde Berazategui se adueño del balón, lo manejó a voluntad, sólo molestado por sus propias carencias y limitaciones. En el amarillo césped sólo había un jugador que se mostraba diferente en el local, Leandro Puig y Córdoba parecía no tomar nota del mismo, siempre recibía y manejaba el balón sin que le hicieran sombra.
De esa manera llegó el gol el Naranja a los 40 minutos, Puig encara de derecha a izquierda y pese tener tantos defensores charrúas adelante toca para Venturini que entra al área como a su casa y define bien ante la salida Giroldi.
Se termina el primer tiempo y el uno a cero no sólo era justificado sino que gracias a Giroldi que sigue en modo San Matías con actuaciones descollantes partido a partido no nos vamos con un marcador en contra más amplio. El cenit de la actuación de Giroldi fue ante el mal cobrado penal a Casini que no tuvo ninguna intención de tocar con el brazo la pelota ni lo movió de tal modo que ampliase su superficie de defensa. He visto muchos penales atajados, pero este de Matías se pone en el podio de los tres mejores, es que Puig lo pateó bien, al palo izquierdo, tal vez buscando más justeza que fuerza, pero la volada de Giroldi fue sencillamente espectacular y con los dos brazos extendidos evitó la caída del arco Charrúa.
Se inicia el segundo tiempo con el ingreso de Ferrari para buscar ese nexo ausente entre defensores y delanteros, pero se va Carrera, que de no mediar algún problema físico no se comprende su salida. Al minuto de juego, Bracco casi desde la misma baldosa en la que arrancó Puig en el gol local, toma la pelota, se va cerrando y viendo que nadie salía a cortarlo se despacha con un furibundo disparo que entra en el ángulo izquierdo de un arquero que no tenía nada que hacer frente a tanta potencia y exactitud.
Así, casi sin darse cuenta, el partido queda empatado, y el trámite no varía para nada con lo que se vió en el primer tiempo. Los cambios no mejoraron el panorama en el equipo rosarino, ni Ferrari ni Cereseto encontraban el balón, muchos menos Trejo. Con el correr de los minutos el equipo local debió sumar a sus limitaciones un notorio deterioro físico, con jugadores al borde del agotamiento, pero el Charrúa no aprovechaba ni siquiera esa circunstancia.
Aquí viene un momento muy difícil para mi situación de comentarista, porque no me queda otra que insistir en que una vez más al momento de los cambios se decide Vaquero por las salidas de Carrera y Bracco, dejando en cancha a un Musso sin aire y sin piernas, jugándose el resto a la ficha de algún tiro libre para su pegada prodigiosa, y esta vez se dio, pero no como contra El Porvenir en el que convirtió un auténtico golazo, sino en la forma de uno de los mejores bloopers del antiguo Videomatch. Tiro libre en la mitad del campo, apenas fuera del círculo que marca la línea divisoria, bien derecho al medio del arco local, nunca sabremos si Musso pretendió tirar un centro frontal o patear al arco, la cuestión es que el balón pica fuera del área chica sin que ningún jugador la toque y el guardameta del Naranja da tarde un paso hacia su derecha pero con los brazos cual arquero de metegol y la pelota se le mete junto al palo, estupor en propios y extraños, era el minuto 80 y Berazategui ya no tuvo más reservas físicas ni anímicas como para buscar el empate.
Se ganó, se sumaron tres puntos, pero no se mejoró en nada. Córdoba le ganó a un equipo que se gana sólo y lo hizo desde la enormidad del Giroldi actual, con un gol fruto de una enorme jugada individual de Bracco y un yerro infantil del golero local. Hay que destacar que fueron las dos únicas instancias de peligro que generó el Charrúa, no se puede contabilizar una llegada con olor a gol fruto de tres pases seguidos y eso es muy preocupante.
Me dicen que hay que tener paciencia ¿más paciencia se nos pude pedir a los hinchas charrúas?, me dicen que hay que tener fe, si es una cuestión de fe vamos todos juntos a misa y el próximo campeonato lo jugamos en la B. Paciencia y Fe son virtudes necesarias, pero para acompañar un proyecto, una idea de juego, un ímpetu, un objetivo, una estrategia, y nada de eso se avizora en el presente del equipo de Tablada, por lo tanto Paciencia y Fe por sí solas sólo serán herramientas de un triste consuelo.
Esperemos que de todos modos este triunfo sea una inyección en el ánimo de los jugadores, pero hoy el Charrúa retornó al punto exacto de la pitada final del partido contra El Porvenir, que la realidad no nos golpee de sorpresa, los pies sobre la tierra.
Me despido, como siempre, disculpándome si mi crítica molesta a algún alma sensible.
-Pablo Adrián -El Agrio-
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